martes, 25 de abril de 2017

Ahora descubro un ciclo. Se repite la pasión por el lenguaje. Busco el placer de traducir una línea, un bálsamo para estas horas de hastío. Retorno. Categorías, repeticiones ahora más sencillas, el signo seduce, ilustra una pasión. Retomo. La sonoridad de las palabras y la síntesis del mundo a los pies, el mundo en ruinas, ahora, tal vez mañana. Recuerdo. Las mañanas largas, la huida. Un sueño, fatiga, desafío. Regreso. Nuevas líneas aparecen como ánimas atadas a una obsesión.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Siempre hay que explicar con manzanas las dudas de nuestro interior. El entorno revela aquella oficina desordenada donde no existe más tiempo, una llamada en el teléfono y es todo. Debería haber una mirada afuera, un ojo quizá preocupado, tal vez enfadado. No lo sabemos. El murmullo en el ascensor aún rodea mis oídos. Hoy es un buen día. Solo eso.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Olvidar

Imaginamos que sabemos quiénes somos, en un conversación con los amigos, durante las mañanas antes de tomar el tren, mientras cenamos unos tacos en un puesto a la medianoche. Nos preguntan qué hacemos, estudiamos, vemos, comemos. Contestamos sin detenernos en una manera de dar testimonio de nuestra propia existencia, lo que importa es el relato de nuestra vida, nuestro último instante. Creemos que lo sabemos todo. Eso era lo que yo pensaba. Y una mañana en medio camino de regreso, después de (no) haber escuchado las indicaciones para llegar a la estación desde la universidad que mi anfitrión se aseguró de explicarme con detalle, estaba en medio de unos edificios hermosos. Eso pasa cuando una deja que la concentración se pierda por estar ensimismada en los pensamientos, sueños y demás ideas. 
El problema era que tenía que regresar a un curso en un par de horas y todo mi perfecto plan se había esfumado. Distracción, estupidez, no lo sé. Me disculpo pensando que es simple falta de memoria, o mejor, que tengo la maravillosa cualidad de ficcionalizar lo que me pasa, que no puedo confiar en el registro mental de lo que he vivido, escuchado, etc. Es así. No es mi culpa, es el resultado de la guerra contra la oralidad, el logocentrismo, como diría cierto estudioso. ¿Qué sentido tiene recordar algo? Lo importante estará registrado en un documento. Es como funciona mi cerebro, lo apunto y lo consultaré cuando sea necesario. Ya está. El problema es que ese es un mundo que no existe. En la realidad la vida sería más sencilla si además de entender y relacionar correctamente nuestros conocimientos los memorizáramos. Es verdad, dirán algunos, existe el GPS, sigue las instrucciones. No tenía datos, ¿de acuerdo?  No tenía la menor idea de dónde estaba. Lo he dicho siempre: no me pasa nada con las calles rectas donde simplemente hay ir derecho o girar noventa grados. Todo se trastorna cuando aparece una rotonda, cuchilla, intersección, calle para girar ligeramente. Además, el navegador me dirá que gire en cien metros. ¿Qué fue lo que pasó con organizar los trayectos en cuadras, calles y todo eso? ¡No puedo estar midiendo en metros! Y eso no es todo. Me encantan las experiencias, eventos y demás. Es verdad. Los números es mi problema. Los números en mi mente quiero decir. (Tendría que existir una música que acompañara mi gesto de turbación, después una anapelpsis al momento en que mi mente era incapaz de hacer un cálculo mental en la primaria. Bla, bla, bla.). Si necesito hacer cuentas o indicar fechas lo mejor es que tenga un papel y lápiz cerca (o una calculadora, o finjo demencia para que otro "listo" haga el cálculo, recuerde una fecha, lo que sea). Triste es la vida sin memoria. Lo mismo no poder recordar las fisonomías de las personas, ¿será fulano? ¿será mengano? me pregunto cuando me encuentro a cierto individuo, ¡y me saluda!, en la calle.
 
No, cierto, no es como estas películas dónde de plano hay una perdida de memoria real. Recuerdo que fui a la universidad, que leía tal, que comí aquello. ¡Sé que he vivido! pero ¡invento! los detalles. Licencias poéticas. No es consciente, no quiero engañar(me). Pasa. 
He llenado mi currículo en al menos tres días. Buscar los documentos que avalan y precisan las fechas de mis estudios, trabajos, prácticas entre las pilas de libros y documentos desorganizados es una tarea considerable. Es casi como investigar sobre mí misma. Algo que otro recordaría en un minuto, yo tengo que recabar las evidencias de que hice tal cosa y los periodos en los que lo hice. En lapsos mientras empieza un ataque de ansiedad mientras me imagino en el supuesto caso qué una agencia del gobierno me pregunte sobre hechos de mi vida. ¿Cómo dar un testimonio fiel de mí misma si no recuerdo ni la mitad? Descripciones someras, pocas fotos, palabras sueltas para dar cuenta de lo que viví. Monosílabos. Me da vergüenza no ser fiel con los hechos. ¡Mentir! ¡Distorsionar!

Así todo, olvidar los detalles, las indicaciones precisas, perderme en la fantasía de una tarde de invierno y mirar la niebla, esa indiferencia del camino que me tracé, de los planes que hice, de los años invertidos, de buscar referencias. Olvidar es volver a vivir sin la obsesión de recordarlo todo, y sí con la oportunidad de soñarlo todo.

martes, 21 de junio de 2011

Camino

Pensó en la vida que tenía a partir de ese día, las tardes que no serían más una estampa de la familia ausente.

Divagaciones literarias

En una tarde uno puede sentarse a hojear un libro, o millones de libros con el único objetivo de estimular aquellos delirios que puedan recordarnos que alguna vez tuvimos nombre y apellido. Apuntar una serie de ideas en un cuaderno que al paso de los años revisaremos para juzgar lo que no hemos hecho. Uno puede hacer miles de cosas, menos aquellas que tienen que hacerse. ¿Cómo conjuntar fantasía con realidad? ¿Qué es oportuno leer en un periodo de sobrecarga laboral o emocional? ¿Novelas, poesía, biografías? Podríamos trazar puntos de unión entre cada texto que al azar hubiesemos elegido de lso estantes de la librería. Sí, el elemento gratuito, sin justificación alguna a veces puede darnos ese oxígeno que estamos deseosos por encontrar. Se trata simplemente de recolectar palabras, líneas, ilustraciones, saltar de un libro a otro, de un pdf a una página web con el fin de encontrar alguna palabra, frase o párrado que desencadene una manera conflictiva, retadora, viva de la realidad que nos hemos acostumbrado a leer, ver, repetir, consentir. Sí. Lo hago ahora, hazlo. Me levantó de la silla y reviso con la mirada todas las posibles voces que puedo elegir por los medios menos convencionales. Giro. ¿El color, el papel, el tamaño? ¿Un título particular o un autor que non he leído? ¿Reeler o descubrir?
El arte secreto del cosmos. Título de títulos. Derecho y medio. Un ejercicio de reconsideración. Dos títulos de combinaciones de títulos. Palabras que se asocian con todas. ¿Eso somos? ¿En eso estamos? Leer el mundo, encontrar en el mundo un puñado, un millar un universo, un sosmos de libros que elegiremos para constuir una solución, explicación o burla del mundo que cada día nos entretiene con sus escenas. MIRG

lunes, 20 de junio de 2011

39 escritores y medio

Siempre he pensado que el arte de hacer retratos es una gran simulación, una bella fantasía. Acomodar líneas y puntos para que en una superficie de dos dimensiones logremos ver o leer la esencia de una persona de carne y hueso, tridimensional, con altibajos emocionales y anécdotas poco interesantes, no es una tarea que todos puedan completar.
Retratar es descubrir a la persona que puede trascender. ¿Cómo encontrar la escena que inspire a seguir de la nada una mirada, una idea, un verso o un ademán? ¿Cómo decirle al mundo que sabemos lo que han visto los ojos de un perfecto extraño? Porque en la inevitable tragedia de la alteridad, somos voces que se atropellan, miradas que se nublan con la esperanza de encontrarse en el otro, con la ilusión de mirar con los mismos ojos y caminar por el mismo camino.
39 escritores y medio de Jesús Marchamalo y Damíán Flores (Siruela/Instituto Cervantes, 2006) nos entrega una serie de retratos de grandes escritores españoles e hispanoamericanos, letras y dibujos que resumen la esencia de aquellos hombres de letras.
Alberti, Aleixandre, Aub, Azorín, Baroja, Bergamín, Borges, Carpentier, Cernuda, Chacel, Cortázar, Diego, Fernández, Fillloy, García Lorca, Gil-Albert, Girondo, Gómez de la Serna, Guillén, Hernández, Huidobro, Jiménez, Lanza, Lezama Lima, Piñera, Machado, Mistral, Monterroso, Neruda, Onetti, Paz, Peréz Galdós, Reyes, Rulfo, Salinas, Unamuno, Valle-Inclán, Vallejo, Zambrano. 39 apellidos, 39 ilustraciones. Para descubrir los nombres y los seres hay que introducirse a la lectura de estos retratos.
"Bidón era su segundo apellido, una mácula imperdonable que intentó siempre eludir escondiendo el acento, y convirtiendo esa palurda ene en una u francesa que lo transformaba en un cómodo Bidou, un tanto aristocrático y esnob, mucho más acorde con la traza habitual, elegante y distante de Cernuda." Estas palabras nos descubren sin morosas explicaciones el sentido de una vida, de una obra y de un hombre que con su "Donde habite el olvido" nos hace pensar en una vida que no es nuestra, viajar dentro o fuera de nuestra propia realidad.
Un libro para aquellos que no conocen, pero desean descubrir la literatura en lengua española, un libro para los que conocen y no se agotan de recorrer los pasos de los escritores que con sus palabras nos empujan o inspiran a preguntarnos ¿Quiénes somos y a dónde iremos?
Los breves retratos y los dibujos que los acompañan son un conjunto armónico que no intenta abrumar al lector con descripciones exahustivas, son pinceladas de escritores contemporáneos.
Todos estos textos publicados antes en la red en la sección "Rinconete" del Centro Virtual Cervantes, a lo largo de tres años con el título Viajeros y estables.
Sin duda, como todas las antologías, la selección o exclusión de escritores conlleva una tarea complicada por eso no sorprende que su autor alce la voz y exclame: "Estoy convencido de que cualquier resumen, selección o antología esconde, por principio, algún capricho del compilador, alguna arbitrariedad no necesariamente maliciosa, y una razonable dosis de simpatías y diferencias secretamentes ocultas, o confesas."
Pues búsquemos entonces los caprichos y confesiones por el simple placer de leer. MIRG

domingo, 20 de febrero de 2011

Antiguos voces, nuevos encuentros.

Auctoris cuenta con un nuevo acervo de libros usados. Un selecto catálogo con ediciones criticas y primeras ediciones. Les invitamos a que descubra por sí mismo esas voces de autores importantes. Como principio estamos ante colecciones de encanto, de buena familia y personalidad amena, crítica o audaz. La Colección Crisol Literario de Aguilar, empastados con su rojo característico y sus proporciones pequeñas que en contraste nos ofrecen grandes obras como El candor del padre Brown, Martín Fierro, El conde Lucanor y otros famosos títulos. Otra colección extraordinaria es la de Biblioteca Personal Jorge Luis Borges de Hyspamerica. Autores como Arreola, Gide, Dunne, Conrad o Cortazar. Y que mejor que las obras de Borges que ya no encontramos fácilmente; El Aleph, El libro de Arena, etc. Y para coleccionistas la colección de Cuadernos del Unicornio, originales de los Cuadernos editados por Juan José Arreola.
De Lumen tenemos a Joyce y a Eco. De Siruela obras de Italo Calvino. Muchos títulos más. Visiten Auctoris y encuentren el libro de sus ensoñaciones.